Secretos de la Oración – Sermón Andrés Portes

A veces hacemos la oración porque es un compromiso, un requisito, porque tenemos que hacerlo. Pero no nos deleitamos en la oración, no nos gozamos en la oración, no somos adictos a la oración, no somos aferrados a la oración, no somos amantes a la oración. ¿Y que pasa con nuestra vida? Hay sequía, debilidad, mediocridad y ausencia de lo mas imprescindible.

Secretos de la Oración - Sermón Andrés Portes

No tenemos una inclinación natural a la oración

¿Cual es tu nivel espiritual?– Mira tu vida de oración. Piensa en cuantas veces oras cada día, cómo oras, que dice tu oración y que tiempo pasas en tu oración. Eso te dice como esta tu vida espiritual.

Se nos hace difícil ir a la oración y cuando estamos en ella queremos salir rapidamente. Para Martín Lutero, una carga extra de obligaciones era una razón para orar más, no menos. De sus planes para el día siguiente, solía decir: «Trabajar, trabajar desde temprano hasta tarde. En realidad, tengo tanto que hacer que me voy a pasar las tres primeras horas en oración.» Si Lutero estaba siempre ocupado, y oraba, nosotros también podemos hacerlo.


La oración es la expresión más antigua, más universal y más intensa del instinto religioso. Incluye el habla más sincera de los labios de un niño y las sublimes súplicas de la ancianidad. Todas alcanzan la Majestad de lo alto. Efectivamente, la oración es el aliento vital y el aire nativo del cristiano.

No obstante, aunque parezca extraño, la mayoría de nosotros hallamos que es difícil orar. No nos deleitamos naturalmente en acercarnos a Dios. A veces hablamos con poca sinceridad acerca de la delicia y poder de la oración. La llamamos imprescindible, sabemos que las Escrituras lo exigen. Sin embargo, a menudo no cumplimos con la oración.

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Pensamiento de hoy

- Elena G. White


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