Siria, Damasco, Isaías 17, Apocalipsis 16:12 y 16, el rio Éufrates y el fin del mundo – Parte 1

Luego de ver las noticias y leer algunas posturas que se están compartiendo por Internet (YouTube, WhatsApp y otros medios), relacionadas con el actual conflicto bélico que se cierne en Oriente Medio, concretamente en Siria, considero importante tener en cuenta lo que leerán a continuación.

Mi intención no es generar algún tipo de controversia, o molestias, sino comprender un poco lo que está sucediendo, a la luz de lo que se nos ha revelado.

¿Es Isaías 17 (particularmente los versículos 1 al 3) una profecía que describe lo que está pasando en Siria?

¿Es el secamiento de rio Éufrates de Apocalipsis 16:12, una alusión a la caída de Turquía y el Armagedón de Apocalipsis 16:16 una alusión a una guerra entre naciones que se centrará en el Monte Meguido en Israel?

Iré al grano: Los recientes acontecimiento en Siria, en los cuales están involucrados las principales potencias (económicas o bélicas) del mundo (EE. UU., Rusia, Inglaterra, Francia, Irán, Israel, etc.), nada tienen que ver con el secamiento de río Éufrates descripto en Apocalipsis 16:12 correspondiente a la sexta plaga, ni con lo que la Biblia llama Armagedón en Apocalipsis 16:16. Tampoco tiene que ver con la profecía de Isaías 17, donde se menciona a Damasco. Esto que está sucediendo hoy realmente es un telón de humo que aleja a las personas del verdadero conflicto.

A continuación, enumeraré las razones por las cuales digo esto:

1) Hay una regla básica para interpretar la Biblia, una regla básica de hermenéutica, y es que la Biblia se interpreta así misma (la “sola scriptura” de la que hablaba Lutero). Por lo tanto, si queremos interpretar correctamente el texto bíblico, debemos estudiarlo en base al contexto, y no salirnos de él.

2) Los eventos históricos (o del presente) ayudan a confirmar lo que la Biblia ya dice, no al revés. En otras palabras, la Biblia no confirma lo que está pasó en la historia o pasa en el presente, sino que son los eventos de la historia y del presente los que confirman lo que la Biblia dice. Por lo tanto, los eventos históricos no pueden ser usados como claves hermenéuticas (clave de interpretación) bajo ningún punto de vista. No es correcto partir de la historia y del presente, y luego ver en qué parte de la Biblia se habla de eso. Debo partir de algo que la Biblia enseña, y entonces buscarlo en la historia y en el presente. Pero insisto, para hacer esto, debo hacerlo sin salirme del contexto del texto bíblico. Si no hago esto, no podré comprender lo que la Biblia me está enseñando.

3) Cuando la Reforma Protestante enseñaba que el Papado era el cuerno pequeño de Daniel 7 [y por lo tanto el anticristo], y muchos salían de las filas del catolicismo para unirse al protestantismo, la Iglesia Católica realizó un concilio en Trento, que duró unos 9 años (1545-1563). Allí se le dio forma a lo que se conoció como la Contra Reforma. Dentro de esa Contra Reforma, se deberían establecer estrategias para acabar con los “herejes” protestantes, y devolverle a Roma [Papal] el poder que hasta hace poco tenía. Fue así como, junto a Ignacio de Loyola, los jesuitas comenzaron a cobrar un papel importante en el cumplimiento de los objetivos de Roma.

Para quitar el dedo acusador que apuntaba al Papado como el cuerpo pequeño o anticristo de las profecías, dos jesuitas españoles dieron origen a dos métodos de interpretación profética diferentes que el que la Reforma Protestante estaba usando (“histórico continuo” o “historicismo”, con el cual las profecías de la Biblia se confirman en la historia, y no al revés), y así desviar la vista profética que apuntaba a Roma, hacia otros poderes. Estos métodos fueron: por un lado, el preterismo, creado por Luis de Alcázar, y por otro el futurismo, creado por Francisco Ribera.

El primero (preterismo), indicaba que el cuerno pequeño de Daniel 7 era Antíoco IV Epífanes (siglo II a.C.), y que la bestia de Apocalipsis 13 era Nerón (siglo I d.C.). Por otro lado, el segundo (futurismo), indicaba que estas profecías relacionadas con el anticristo se cumplirían al final de la historia, en el Oriente Medio, especialmente con los judíos. Este segundo método, es el que heredaron prácticamente todas las iglesias evangélicas y pentecostales luego, y que hoy en día se conoce como dispensacionalismo: una teología [principalmente sistematizada por John Nelson Derby (1800-1882)] que enseña que luego de esta dispensación cristiana, volverá a haber una dispensación para los judíos literales, durante los siete años de tribulación que seguirán al rapto secreto.

Los dispensacionalistas interpretan que los judíos que aparecen en Apocalipsis (ej.: capítulos 7:1-8 y 14:1-5), son judíos literales que volverán a ser el pueblo de Dios. Por esta razón, afirman que habrá una guerra literal en Jerusalén luego de construirse el tercer templo, y que esa guerra es el Armagedón que se describe en Apocalipsis 16:16 (“Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”).

Habiendo dicho esto, pasaré entonces a indicar lo que enseña la Biblia tocante a estos temas:

4) Respecto a si los términos “judíos”, “Israel”, “Jerusalén” que aparecen en la Biblia relacionados con las profecías escatológicas (profecías del tiempo del fin), deben aplicarse a los judíos literales de hoy en día o no, la respuesta es NO:

La nación judía, como pueblo de Dios, dejó de serlo en el año 34 d.C. al cumplirse el final de la profecía de las 70 semanas descripta en Daniel 9 (concretamente en ocasión del apedreamiento de Esteban), y dejó de existir como nación en el año 70 d.C. con la destrucción de Jerusalén por manos del entonces general Tito Flavio Sabino Vespasiano, quién luego se convertiría en emperador del Imperio Romano.

Los términos “judíos”, “Israel”, “Jerusalén” que aparecen en la Biblia relacionados a profecías del tiempo del fin, son los judíos que menciona el apóstol Pablo, judíos espirituales, ni literales: “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.” (Romanos 2:28, 29).

5) El secamiento de rio Éufrates de Apocalipsis es simbólico y no literal.

¿Cómo lo sabemos? No se puede comprender el libro de Apocalipsis sin estudiarlo a la luz del libro de Daniel. Ellen White, una prolífica escritora cristiana que vivió en gran parte del siglo XIX y principios del XX, y que por su vida y sus escritos manifestó una clara inspiración de Dios, tenía clara esta idea:

“Mi idea era que los dos libros se encuadernaran juntos, el Apocalipsis después de Daniel, como un libro que da más luz sobre los temas tratados en Daniel. El objeto es colocar estos libros juntos, mostrando que ambos se refieren a los mismos temas.” {TM 117}

El libro de Daniel es en el A.T., lo que es el libro de Apocalipsis en el N.T., y lo que estaba sellado en el libro de Daniel («Pero tú Daniel cierra las palabras y sella el libro… Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin» (Daniel 12:4, 9)), sería revelado en el libro de Apocalipsis cuando llegase la hora.

Ella también dice:

“En el Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan. En él está el complemento del libro de Daniel. Uno es una profecía, el otro una revelación. El libro que fué sellado no fué el Apocalipsis, sino aquella porción de la profecía de Daniel que se refiere a los últimos días. El ángel ordenó: “Tú empero Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin.” Daniel 12:4.” {HAp 467}

Esto significa que si queremos saber lo que significa “secamiento de río Éufrates” debemos preguntárselo al resto de la Biblia (“todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan”) y de forma especial al libro de Daniel.

¿Dónde encontramos al río Éufrates en el libro de Daniel?

En el capítulo 5 concretamente. Aunque no se lo menciona al río de forma explícita, sí se menciona que Babilonia cayó esa noche en manos de los medos y los persas. El río Éufrates atravesaba la ciudad de Babilonia, y sabemos por los registros históricos que Ciro de Persia, ingresó con su ejército a la ciudad [que se consideraba impenetrable], luego de desviar el cauce de río Éufrates que la atravesaba. La parte en la que Babilonia estaba «sentada» se secó, e ingresaron los reyes de oriente.

Por otro lado, encontramos un paralelismo significativo en Apocalipsis, siendo que el poder enemigo de Dios y de Su pueblo que allí se describe, lleva el nombre de Babilonia (nombre que aparece siete veces en dicho libro).

Así como en el libro de Daniel, que las dos principales ciudades que aparecen son Jerusalén y Babilonia, en el libro de Apocalipsis aparecen nuevamente estas ciudades.

En Apocalipsis 14:8 se menciona que, en un momento de la historia cristiana, la gran ciudad de Babilonia caería. Siendo que la antigua Babilonia fue destruida completamente y ya ni siquiera existía en los tiempos de Cristo, salvo por las ruinas que de ella quedaban, significa entonces que esta Babilonia de la cual habla el libro de Apocalipsis no puede ser literal, sino simbólica.

En Apocalipsis 17:5, a Babilonia se la describe con las siguientes palabras: «BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA». En el versículo 1 del mismo capítulo se menciona que esta ciudad [simbólica] «está sentada sobre muchas aguas». En el versículo 15, uno de los ángeles que habla con Juan le dice: «Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas».

Cabe mencionar además aquí, que en la Biblia, simbólicamente hablando, una mujer representa una iglesia. En el libro de Apocalipsis hay PRINCIPALMENTE dos tipos de mujeres: Una mujer pura y santa (Apocalipsis 12), que representa a la verdadera iglesia de Dios, y otra mujer que es ramera (Apocalipsis 17 y 19), que representa la falsa iglesia de Dios.

Entonces cuando vamos a la descripción de las siete plagas postreras que se describen en Apocalipsis 16, y en la sexta se menciona el secamiento del río Éufrates, «para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente» (Apocalipsis 16:12), no debemos esforzarnos mucho para ver que lo que aquí aparece es un lenguaje simbólico, que conecta a la antigua Babilonia de los tiempos del profeta Daniel, con una nueva Babilonia, no literal, sino espiritual, enemiga de Dios y de Su pueblo, que quiere gobernar sobre todo el mundo («pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas») como si fuese Dios en la tierra (2 Tesalonicenses 2:3,4).

Por lo tanto, las aguas del Éufrates de Apocalipsis 16:12 que son secadas, son las mismas aguas que aparecen en Apocalipsis 17:15, que es donde la ramera (Babilonia) se sienta.

Pero ¿qué significado tiene el hecho del secamiento simbólico del río Éufrates?

En la antigua Babilonia, el río Éufrates era un elemento importante su poderío. Cuando el río Éufrates fue secado por el desvío que hizo Ciro, Babilonia perdió su poderío y fue tomada fácilmente.

Siendo que con la nueva Babilonia [de Apocalipsis] se encuentran los mismos elementos y que las aguas sobre las que Babilonia se sienta representan las naciones del mundo, algo debe suceder con estas naciones que significará la ruina de Babilonia.

¿Qué significado tiene el sentarse sobre muchas aguas?

En este contexto, el sentarse es símbolo de gobernar, de ejercer poder en forma continuada. Esto significa que Babilonia es el poder terrenal que gobierna al mundo, a las naciones.

Ahora podemos comprender mejor qué significado tiene el secamiento del río Éufrates de Apocalipsis 16:12: que ya las naciones no estarán más sometidas bajo el poder engañoso de Babilonia.

En el momento de la historia que corresponde a la sexta plaga, todos los pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas se darán cuenta que fueron engañados por Babilonia (la madre de las rameras) y por sus hijas (las rameras). Siendo que estas mujeres representan iglesias, es claro que quienes las lideraban eran pastores, concretamente falsos pastores. Cuando las naciones del mundo, los «moradores de la tierra» descubran el engaño, ya será demasiado tarde para ellos, entonces se revelarán contra Babilonia y querrán aniquilarla. Sobre esto, la Ellen White, basado en una visión que ella tuvo, escribió lo siguiente:

“Los hombres ven que fueron engañados. Se acusan unos a otros de haberse arrastrado mutuamente a la destrucción; pero todos concuerdan para abrumar a los ministros con la más amarga condenación. Los pastores infieles profetizaron cosas lisonjeras; indujeron a sus oyentes a menospreciar la ley de Dios y a perseguir a los que querían santificarla. Ahora, en su desesperación, estos maestros confiesan ante el mundo su obra de engaño. Las multitudes se llenan de furor. “¡Estamos perdidos!—exclaman—y vosotros sois causa de nuestra perdición;” y se vuelven contra los falsos pastores. Precisamente aquellos que más los admiraban en otros tiempos pronunciarán contra ellos las más terribles maldiciones. Las manos mismas que los coronaron con laureles se levantarán para aniquilarlos. Las espadas que debían servir para destruir al pueblo de Dios se emplean ahora para matar a sus enemigos. Por todas partes hay luchas y derramamiento de sangre.” {CS54 713-714}

Así como sucedió con la antigua Babilonia, sucederá con la Babilonia espiritual. Mientras las aguas del Éufrates fluyeron por debajo de la Babilonia literal, esta estaba segura, pero cuando el río se secó, llegó su ruina. De la misma forma, mientras las aguas (“pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”) estén bajo el dominio de la Babilonia espiritual, esta tiene poder, pero cuando las aguas sean desviadas y Babilonia ya no esté más sentada sobre ellas, gobernándolas, engañándolas, su ruina será inminente.

El texto de Apocalipsis 16:12 dice:
“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.”.

“Reyes de oriente” es una alusión al libro de Daniel, donde se menciona lo que sucedió en la caída de Babilonia en el 539 a.C.:

“PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas… Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años” (Daniel 5:28, 31). Esto sencillamente es una tipología de lo que ocurrirá en la segunda venida de Jesús: Así como Dios usó a Ciro, para hacer guerra contra Babilonia, y luego liberar a su pueblo para devolverlo a su tierra, llevándolo a Jerusalén, Jesús (representado por Ciro), vendrá con sus miles de millones de ángeles (Judas 14) para destruir a Babilonia, liberar a su pueblo y regresarlo a su tierra llevándolo a la Nueva Jerusalén.

Para leer la parte 2 diríjase al siguiente enlace: El Armagedón y Siria


Escrito por el Pastor Alejandro Añasco

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