Posturas para la Oración

A MENUDO ESCUCHAMOS QUE DEBEMOS ORAR  SIEMPRE ARRODILLADOS. ¿ES CORRECTO?
Algunos miembros de iglesia bien intencionados han llegado a la conclusión de que todas las oraciones en la iglesia deberían ser ofrecidas sobre nuestras rodillas. El debate demuestra que la oración aún es considerada significativa en la experiencia cristiana. Pero, de acuerdo con las Escrituras, las oraciones son presentadas a Dios por su pueblo en diferentes circunstancias y posturas físicas.
1. De rodillas. Hay muchos ejemplos de personas que oraron al Señor sobre sus rodillas, sugiriendo que era una práctica común. Daniel oraba de rodillas tres veces al día (Dan. 6:10), Esteban cayó sobre sus rodillas y oró antes de morir como un mártir (Hech. 7:60) y Pedro se arrodilló ante el cuerpo de Tabita para orar por ella antes que ella volviera a la vida (Hech. 9:40; vea también Hech. 20:36; Efe. 3:14). Arrodillarse era un ritual que expresaba el deseo del adorador de rendirse a Dios.
2. De pie. Estar de pie ante el Señor en oración también era una práctica común; quizá más común que arrodillarse. Uno de los casos más impactantes se encuentra en 2 Crónicas 20. Cuando Judá estaba enfrentando la posibilidad de un ataque militar, Josafat invitó al pueblo a orar. Permaneció de pie en la asamblea en la casa del Señor y oró por la liberación mientras «todo Judá estaba en pie delante de Jehová» (2 Crón. 20:13). También está el caso de Ana (1 Sam. 1:26) y de Job (30:20).
Los judíos acostumbraban a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para mostrar su piedad. Jesús condenó el orgullo pero no la práctica de orar de pie (Mat. 6:5). De hecho, la refrendó cuando dijo a sus discípulos: «Y cuando estén de pie orando, perdonen lo que tengan contra otros, para que también su Padre del cielo les perdone sus culpas» (Mar. 11:25, NBE). Permanecer de pie en la oración enfatiza la libertad que tenemos de acercarnos a Dios (ver Ester 5:2). Esto significa que lo reconocemos como Rey del universo y que es nuestro privilegio pedir su guía, bendiciones y favores.
3. Sentado. La práctica de orar sentado no es frecuente en la Biblia, pero no totalmente ausente. Un buen ejemplo es el rey David, quien «entró, y se sentó ante Yahvéh y dijo:…» (2 Sam. 7:18, BJ). Ésta es la postura asumida por un individuo que busca instrucciones del Señor o por medio de su profeta (por ejemplo: 2 Rey. 4:38; Eze. 8:1; 33:31), y que está listo para servirlo.
4. Acostado sobre la cama. También encontramos en la Biblia casos en que las personas oran durante la noche en sus camas. Mientras están sobre su cama recuerdan al Señor y meditan en él (Sal. 4:4; 63:6). Esta postura pone el énfasis en la oración como una oportunidad para meditar en las bondades del Señor mientras buscamos su ayuda.
5. Postrado. Cuando se postran, las personas colocan todo su cuerpo de manera horizontal sobre el piso con su cara sobre él, generalmente con sus brazos extendidos. Una de las rodillas permanece flexionada para facilitar la incorporación desde el suelo. La postración con poca frecuencia está asociada con la oración en la Biblia (por ejemplo: 1 Rey. 1:47; Mar. 14:35), pero es fundamentalmente una expresión de tributo y sumisión ante un superior (2 Sam. 14:4; 14:22; 1 Sam. 28:14). En contextos religiosos, ésta es una postura de adoración (ver 2 Crón. 20:18). Intensifica la convicción de que Dios es la fuente misma de la vida humana, el único que puede preservarla (por ejemplo: Núm. 16:45; Jos. 7:6; ver Sal. 95:6). No se convirtió en un aspecto indispensable de la adoración en la iglesia cristiana porque Dios ya no se manifestó más ni habitó permanentemente en un lugar particular sobre la tierra, sino que estaba accesible por medio de su Hijo (ver Juan 4:21-24).
Este breve repaso indica que, en la Biblia, no existe una postura particular requerida para que oren los adoradores. Las posturas son importantes sólo en el sentido de que son la expresión externa de la reverencia, los sentimientos íntimos y el compromiso ante el Señor. Una postura no es lo suficientemente abarcante como para acompañar todas esas experiencias. Por tanto, encontramos en las Escrituras una diversidad de opciones y posibilidades. Todo intento de seleccionar una como superior e indispensable por sobre las demás no tiene apoyo bíblico.

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Pensamiento de hoy

- Elena G. White


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