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John Fitzgerald Kennedy murió hace exactamente 53 años. El 22 de noviembre de 1963, con sólo 46 años, el entonces presidente número 35 de Estados Unidos fue asesinado durante un desfile presidencial en Dallas. Sin embargo, su presidencia de 1036 días no habría sido posible si no fuera por un grupo adventista que salvó su vida durante la Segunda Guerra Mundial.
El 2 de agosto de 1943, la pequeña nave torpedera PT-109 con 13 tripulantes bajo el mando del entonces teniente Kennedy, de 26 años, fue golpeado por un destructor japonés que lo hundió mientras patrullaban el estrecho de Blackett, cerca de las Islas Salomón.
En el naufragio murieron dos miembros de la tripulación, y los otros – incluyendo Kennedy – nadaron durante varias horas para llegar a una pequeña isla donde se refugiaron. Durante los próximos tres días, los supervivientes se alimentaban de cocos, y Kennedy nadaba durante horas en aguas infestadas de tiburones en busca de barcos amigos.
Cuatro días después del hundimiento, los hombres recibieron la ayuda de dos guías locales que trabajaban para los estadounidenses. Los jóvenes fueron Biuku Gasa y Eroni Kumana, ex-alumnos adventistas del séptimo día de la Escuela de Misión de las Islas Salomón.
Kennedy escribió un mensaje en un coco y lo entregó a las guías, que remaron por 60 km en una canoa para llegar a la base aliada más cercana. Gracias a este acto, los 11 marineros fueron rescatados finalmente el 8 de agosto de 1943.
Tras el rescate, Kennedy, su tripulación y los guías cantaron la canción familiar «Sí, Jesús me ama ‘, que los jovenes Kumana y Gasa habían aprendido a los pies de Griffith Francis Jones (1864-1940), un misionero adventista y autor de la música maravillosa.
Más tarde, cuando ya era presidente Kennedy utilizó el coco emblemático (foto) como un pisapapeles en su despacho de la Casa Blanca.
«Sin el heroísmo de hombres como Eroni Kumana y Gasa Biuku, el presidente Kennedy y su equipo no se habrían salvado, y entonces no se convertirían en la cabeza del mundo libre», informo la Biblioteca y Museo Presidencial de John F. Kennedy en Boston.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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