¿Apoya la Biblia la Teología de la Prosperidad?

Las palabras de Jesús: “pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” (Juan 15:7) ¿no constituyen un respaldo a la teología de la prosperidad? – A. T. O.

Es verdad que, fuera de su contexto, esta afirmación de Jesús podría ser tomada como un respaldo o apoyo a la teología de la prosperidad, tan de moda hoy en día. Esa teología convierte al creyente y a su Dios en nada más que dos negociadores: el creyente devuelve el diezmo o da ofrendas a cambio de un automóvil o un apartamento, por ejemplo. En lugar de una relación salvífica, ocurre allí una mera relación financiera. Todo se reduce al acto de dar para recibir algo a cambio.

Bien, vayamos al texto de Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho..” ¿A qué se refería Jesús con la expresión “pedid todo lo que queréis”? ¿Sería principalmente una referencia a bienes materiales? Un análisis atento del contexto mostrará que no era a bienes o frutos materiales a lo que Cristo se refería.

El contexto es todo el capítulo 15 de Juan, donde aparece la ilustración de la vid y sus sarmientos, la cual ilustra la íntima relación espiritual entre el creyente y Cristo. Esa relación produce frutos espirituales. ¿Cuáles son? El primero es el amor (15:9, 12, 17); a continuación, la obediencia (15:10, 14), el gozo o alegría (15:11), el altruismo (15:13), la humildad y la perseverancia en medio del sufrimiento (15:20). Nótese que algunos de estos frutos aparecen también en la famosa lista del “fruto del Espíritu”, en Gálatas 5:22, 23. Es importante ver que también en Juan 15 estos frutos están vinculados a la actuación del Espíritu Santo en la vida del creyente. En el versículo 26, Jesús dice que enviaría a Sus seguidores el Consolador, el Espíritu de verdad. Como resultado de la actuación del divino Espíritu, los creyentes habrían de “testificar” (versículo 27). Pero, ¿testificar cómo? Obviamente, testimonio mediante los frutos del Espíritu, manifestados en la vida de los seguidores de Jesús (amor, alegría, altruismo, humildad, perseverancia).

Para que no quede ninguna duda sobre lo que podrá –de acuerdo con el capítulo 15 de Juan– pedirse al Señor y Él ciertamente atenderá, se debe prestar atención a la expresión “y vuestro fruto permanezca”, en el versículo 16. Es decir, en el capítulo 15 de Juan, Jesús se refiere a aquello que “permanece” (como es el caso del fruto del Espíritu ya mencionado), y no a las cosas terrenales y pasajeras.

Sin embargo, aunque no sea el asunto tratado en el capítulo 15 de Juan, Dios está dispuesto a darnos cosas, si estas contribuyen a nuestro bien, siempre y cuando estén de acuerdo con Su voluntad. Santiago habla de personas que “piden mal”, “para gastar en sus deleites” (4:3). Esto es, piden cosas solo para ostentar riqueza, para satisfacción egoísta, o incluso como simple negociación con Dios. Pero pedir al Señor la posibilidad de tener una casa propia, un vehículo como instrumento de trabajo y transporte, empleo para el sustento, etc., son peticiones aceptables y no pecaminosas. La verdad es que nuestro Padre celestial está deseoso de dar “buenas dádivas a los que le pidan” (Mt 7:11). No obstante, estas cosas deben venir siempre en segundo lugar, pues primeramente debemos “buscar el reino de Dios y Su justicia” (Mt 6:33). Si contribuyen a nuestro bien, las cosas materiales nos serán dadas por Dios. Pero no hagamos del “tener” el asunto prioritario en nuestra vida.

– Por Ozeas C. Moura, doctor en Teología Bíblica y profesor en Salt Unasp – Campus Engenheiro Coelho, SP. Correo electrónico: [email protected]

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2 comentarios en “¿Apoya la Biblia la Teología de la Prosperidad?”

  1. Alejandro Rafael Ponce

    Es contradictorio cualquier intento de enriquecerse a costa del Evangelio ya que La Palabra de Dios así lo expresa, «Dios prospera a quien quiere; y a quien quiere enfurece». Sin embargo, hoy en día, las iglesias forman grupos elitescos que integran una minoría privilegiada que vive ostentosamente de la contribución de los fieles, de sus diezmos y ofrendas. Cómo vampiros chupan la sangre de los menos tienen y no cumplen con la obra de predicar el evangelio. Ya no se regalan Biblias, no hay publicaciones, no hay beneficios en cuanto a la comodidad y el confort para quienes mantienen la burocracia eclesiástica de los niveles superiores de una organización que solo le preocupan los ingresos y no hacen nada por su prójimo. Está es la triste realidad de las iglesias hoy en día.

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