La depresión: Más allá de la tristeza

No solo las personas mayores sufren de depresión. Los jóvenes también se enfrentan a esta crisis.

Las investigaciones muestran que entre el 6% y el 8% de los jóvenes experimentan depresión y necesitan ayuda profesional para afrontarla. Contrariamente a la creencia popular, la depresión no desaparece con el tiempo, sino que empeora. Puede aparecer y desaparecer. Sin embargo, con cada recurrencia, la intensidad aumenta, llevando a muchos adolescentes al suicidio.

Las personas que confían en Dios tienen menos depresión.

La gran diferencia entre la depresión y el bajo estado de ánimo (tristeza) es que, en el bajo estado de ánimo, el sentimiento surge como respuesta al dolor o la pérdida. Sabemos qué nos hirió o qué perdimos. Esta fase dura poco tiempo. Dependiendo del tipo de pérdida, puede durar de 2 a 6 semanas, y en casos de fallecimiento o divorcio, puede durar hasta seis meses, con una disminución gradual de los signos de duelo durante este período.

En la depresión, se presenta un estado generalizado de tristeza, sin que se conozca la causa exacta. Se produce pérdida de interés en las actividades cotidianas, la persona se vuelve más inactiva, desconectada y llora con facilidad. Hablan mucho de cosas tristes, parecen olvidar todo lo bueno que han vivido o hecho, y tienen poca tolerancia a la frustración. Su autoestima se desploma, creen que todo lo que hacen está mal y se sienten culpables por cualquier error.

Además de estos síntomas, las personas con depresión tienen dificultad para concentrarse, pierden el apetito o comen en exceso, y tienen dificultad para dormir (duermen muy poco, se despiertan siempre temprano, pero les falta energía para levantarse). Para ser diagnosticado con depresión, la presencia de cuatro de estos síntomas durante un período de dos meses ya requiere atención especial.

Necesidades: Los adolescentes se deprimen principalmente porque su autopercepción cambia constantemente. Buscan su identidad. ¿Quiénes son y qué son? Además, esta es una fase en la que los adolescentes sufren de falta de autoestima.

Todavía están confundidos por el hecho de manifestar características juveniles mientras perciben las transformaciones adultas que se aproximan. Enfrentan muchas pérdidas: el «regazo de los padres», la forma de ser de un niño, amigos que se van, noviazgos que comienzan y terminan…

La depresión es causada por procesos de pensamiento que ocurren principalmente cuando las necesidades básicas de pertenecer, tener valor y sentirse competente no son satisfechas. Es común que esta falta genere un sentimiento de ira. Y cuando no se aborda adecuadamente, la ira no resuelta hace que la persona se sienta culpable, inferior, desanimada consigo misma e impotente frente a las dificultades.

La incapacidad de perdonar, la autocompasión, los pensamientos negativos, la rigidez, la incapacidad de aceptar el cambio y la baja autoestima también contribuyen a la aparición de la depresión.

El deprimido presenta una percepción alterada, principalmente en relación consigo mismo. La depresión hace ver las cosas con lentes grises y oscuros. Por eso, para salir de ella, el primer paso es reconocer la percepción distorsionada. Cuando estamos resfriados, la cabeza se congestiona y eso afecta el gusto, el olfato, la audición. Pero no pensamos que la comida no tiene sabor o que la flor no tiene olor, o que nos quedamos sordos para siempre. Nos damos cuenta de que la alteración está en nosotros. Sabemos que después del resfriado todo vuelve a la normalidad. De la misma forma, la depresión distorsiona nuestra manera de ser y percibir.

Suponiendo que nuestra percepción esté distorsionada, podemos buscar la ayuda de un terapeuta especializado, con quien podamos hablar y trabajar la visión negativa que tenemos de nosotros mismos, buscando comprender las razones de este comportamiento. También es necesario comprender y resolver las relaciones interpersonales, ya que la depresión se produce en el contexto relacional.

La depresión es algo que les pasa a quienes van muy deprisa.

Además, es importante no dejarse llevar por la depresión ni morir de autocompasión. Esto solo nos hunde más. Esfuérzate por hacer cosas que te resulten placenteras. Haz una lista de las actividades, comidas y lecturas que más te gustan e intenta ocuparte con eso. Camina, corre, haz ejercicio.

Nuestros sentimientos interpretan, organizan y dirigen nuestras vidas. Nos indican si lo que experimentamos es una amenaza, un dolor, algo lamentable, triste, feliz o satisfactorio. Sin sentimientos, no hay vida. Desconocer lo que sentimos y no expresarlo causa muchos problemas. Los sentimientos son nuestra reacción a lo que hemos experimentado. Definen qué y cómo percibimos el mundo.

La depresión es una señal de que algo anda mal en nuestra forma de relacionarnos con el mundo.

Que algo anda mal en nuestra forma de vivir. La depresión debe tratarse con psicoterapia y, en casos graves, con medicamentos. Muchas personas no buscan ayuda porque creen que estar deprimido es señal de debilidad o falta de fe. No lo es. La depresión necesita tratamiento; de lo contrario, empeora. Sin ayuda, una persona puede verse permanentemente incapacitada para disfrutar de una vida normal, activa y placentera. El dolor de la depresión a veces posibilita un nuevo crecimiento, ayudándonos a comprender que somos responsables de nuestras propias vidas y que debemos cuidarnos.

Escrito por:

Cláudia Bruscagin Schwantes Psicóloga y psicoterapeuta en São Paulo, SP. Vía: Revista Adventista

📩 ¡Suscríbete y recibe contenido exclusivo!

Pensamiento de hoy

- Elena G. White

Síguenos en las redes:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *