Este fin de semana decidí ver la obra más reciente sobre dinosaurios en Netflix. La película «65: Al borde de la extinción» sigue al piloto Mills (Adam Driver), quien sufre un accidente y cae en una Tierra de hace 65 millones de años, en la supuesta era de los dinosaurios. Descubre que no está solo, pues la única otra sobreviviente es Koa (Ariana Greenblatt), una joven que no habla su idioma. Juntos, deben luchar contra criaturas prehistóricas para atravesar el terreno peligroso y llegar a una cápsula de escape.
Como creacionista, me surgieron algunas preguntas mientras veía la película: ¿Cómo podemos encajar los dinosaurios en el relato bíblico de la creación? ¿Ofrecen la Biblia y los escritos de Ellen G. White alguna base para la creencia en la existencia de estos extraños animales?

Etimología
El término «Dinosauria» fue propuesto en 1842 por Richard Owen para clasificar los grandes esqueletos de animales extintos, recién descubiertos en el Reino Unido. La palabra, en latín, deriva del griego δεινός σαῦρος, que significa lagarto terrible, a pesar de que estos animales son ornitodiros y, por lo tanto, taxonómicamente distantes de los lagartos.
La desaparición de los dinosaurios
En la columna geológica, los vestigios de dinosaurios aparecen en capas de rocas que los paleontólogos llaman Triásico, Jurásico y Cretácico. Estas capas sedimentadas, apiladas una sobre otra, muestran características específicas, incluidas las de ciertas especies fósiles como moluscos, reptiles, peces, dinosaurios y organismos microscópicos (diatomeas, algas) que habitaron los océanos. Algunos paleontólogos creen que los dinosaurios, así como otros grupos de animales y plantas, desaparecieron súbitamente como consecuencia del impacto de un meteorito gigante hace 65 millones de años. Otros dudan de esto, por varias razones.
Muchos científicos creacionistas creen que los dinosaurios desaparecieron junto con otras especies, durante el diluvio universal descrito en Génesis. Este escenario podría incluir actividad de un meteorito, resultando en tsunamis, actividad volcánica y emisión de dióxido de carbono, sulfuro y otros elementos químicos perjudiciales para plantas y animales. Por lo tanto, la idea de un meteorito impactando la Tierra no es necesariamente incompatible con el modelo bíblico del diluvio.
A pesar de la falta de consenso entre los científicos sobre la causa de la desaparición de los dinosaurios, los medios de comunicación y la prensa pseudocientífica han decidido que la teoría del impacto del meteoro es la única explicación válida. Esto está lejos de la realidad. Los dinosaurios desaparecieron, pero no sabemos exactamente cuándo ni por qué. Sin embargo, la posibilidad de su extinción durante el diluvio del Génesis (con o sin impacto) puede verse como una hipótesis científica plausible y merece consideración.
Dinosuarios en la Biblia
La Biblia es clara al afirmar que Dios es el originador de la vida. Es decir, todos los seres vivos del Universo, incluidos los que viven en el planeta Tierra, son obra del Creador. Pablo, en su discurso a los sabios de Atenas, afirmó: «El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,» (Hechos 17:24, RVR1960).
El relato de la creación en Génesis 1 habla de un Dios que creó vida marina, así como aves, en el quinto día; y el resto de los animales, en el sexto día. Aunque se citan los reptiles, los dinosaurios no se mencionan, lo que no debe sorprendernos; al fin y al cabo, en los días de Moisés, la palabra “dinosaurio” no existía, ni él estaba obligado a mencionarlos. Tampoco mencionó otros grupos de animales como, por ejemplo, escarabajos, tiburones o estrellas de mar.
El hecho de que la Biblia no cite a los dinosaurios por su nombre no prueba que Dios no los hubiera creado; mucho menos su extraña apariencia. Hoy existen muchos animales tan extraños como los dinosaurios –observe el ornitorrinco y el canguro– que no atraen mucha atención. Algunas personas creen que los dinosaurios surgieron como resultado de la maldición después del pecado de Adán y Eva, pero la Biblia no arroja luz sobre esto, ni identifica explícitamente los animales que cambiaron como resultado del pecado ni cuál fue el tipo de cambio.
Muchos científicos creacionistas creen que los dinosaurios desaparecieron durante o poco después del diluvio. Pero la Biblia tampoco nos da indicios sobre su destino. Debido a este silencio bíblico, el hecho de que los dinosaurios desaparecieron durante una catástrofe mundial conocida como el diluvio es una hipótesis que debe ser considerada a través de la investigación científica. La comprobación de tal hipótesis debe hacerse a través de datos geológicos y paleontológicos, no forzando a la Biblia a decir lo que no dice.
Finalmente, hay quienes piensan que los dinosaurios sobrevivieron al diluvio, pero pronto desaparecieron por no haberse adaptado al nuevo ambiente. Esta es otra posibilidad, pues había dinosaurios en el arca y, quizás, desaparecieron durante la colonización posdiluviana.
La Biblia menciona dos extrañas criaturas: behemot (Job 40:15-18) y leviatán (Job 41:1), que algunos interpretan como posibles ejemplos de los dinosaurios posdiluvianos. Sin embargo, la mayoría de los eruditos no acepta esta explicación, y estos términos son generalmente traducidos, respectivamente, como hipopótamo y cocodrilo. No están relacionados con los dinosaurios.
Lo que Ellen White vió acerca de los dinosaurios
El término dinosaurio fue usado por primera vez en 1842 para nombrar un grupo de reptiles fósiles entonces descubiertos. El uso del término se expandió mientras nuevos descubrimientos ocurrían en Europa y América del Norte. En el tiempo en que Ellen White escribió sus primeras declaraciones sobre creación, diluvio, ciencia y fe (1864), el término dinosaurio ya era común en libros y revistas. Sin embargo, ella nunca usó ese término ni ninguna otra palabra similar para referirse a estos reptiles extintos.
En una breve declaración, en 1864, ella escribió: «Todas las especies de animales que Dios creó fueron preservadas en el arca. Las especies confusas que Él no creó, y que fueron resultado de amalgama, fueron destruidas en el diluvio».[1] Esta es una declaración favorita entre algunos adventistas para quienes explica los organismos extintos, incluidos los dinosaurios, así como los fósiles con características intermedias, también conocidos como fósiles en transición, es decir, aquellos que, de acuerdo con la teoría de la evolución, muestran una mezcla de características entre dos grupos de animales o plantas considerados consecutivos en el tiempo. Ejemplo de ello son los reptiles parecidos a mamíferos, considerados un escalón intermedio en la evolución.
Muchas personas leen en estas palabras lo que conocemos como ingeniería genética, indicando que, en los tiempos antediluvianos, la gente practicaba el apareamiento híbrido, lo que resultó en extrañas formas biológicas.
Sin embargo, esta interpretación presenta problemas. El primero es la dificultad para definir qué quiso decir Ellen White con amalgama. Estudios más profundos sobre la declaración no han dado una respuesta definitiva, y concluimos que aún no sabemos exactamente el significado de este término.
Un segundo problema es la aplicación de amalgama a casos reales en el registro fósil. Si amalgama significa híbrido, ¿cómo podríamos reconocer este fenómeno entre los fósiles o entre animales y plantas de nuestros días? ¿Cómo podríamos determinar qué especies eran híbridas antes del diluvio, si realmente ya existían? Algunos responden a esta pregunta diciendo que las especies híbridas no sobrevivieron al diluvio, precisamente porque Dios no quiso. Pero este razonamiento es un círculo vicioso falaz porque el criterio que usamos para diferenciar los híbridos (extinción) es el mismo que usamos para definir lo que nos gustaría diferenciar (híbridos). En otras palabras, la amalgamación explica su propia desaparición, y su desaparición define lo que son.
Ellen White continúa diciendo: «desde el diluvio ha habido amalgamación de hombres y bestias, como puede verse en variedades casi interminables de especies de animales».[2] En primer lugar, es importante enfatizar que ella dice «amalgamación de»; no dice «amalgamación entre» como algunos interpretan. En segundo lugar, si amalgamación significa formas intermedias, híbridas o criaturas extrañamente formadas, ¿cuál es el criterio para reconocerlas? Si estas fueron formadas después del diluvio, probablemente se convirtieron en fósiles, y otras habrían sobrevivido hasta ahora. ¿Cómo podemos diferenciarlas entre sí y de otros organismos vivos que no son híbridos? Ellen White no da indicios sobre esto.
En el mismo texto, ella establece que le fue mostrado «que animales muy grandes y poderosos existieron antes del diluvio, y ya no existen ahora».[3] Y también dijo en otro texto que «hubo una clase de animales que perecieron en el diluvio. Dios sabía que la fuerza del hombre disminuiría y esos animales gigantescos no podrían ser controlados por hombres débiles».[4] Entre otras cosas, esta declaración respecto a la vida antes del diluvio sugiere que la profetisa se estaba refiriendo a la existencia de una amplia variedad de animales que no sobrevivieron en el arca. Sin embargo, no estamos seguros del significado de la declaración; no sabemos qué eran esos «animales muy grandes y poderosos». Pero sus palabras no están lejos de la descripción científica de los dinosaurios. Hablando biológicamente, son algo confusos, no solo porque algunos son gigantes, sino también porque partes de su cuerpo (patas, cuello, cola, cerebro) son, en algunos casos, desproporcionadas.
La verdad es que muchas personas han luchado por encontrar declaraciones de Ellen White apoyando la idea de que los dinosaurios no fueron creados por Dios, sino que resultaron de amalgama antes del diluvio, siendo, por lo tanto, condenados a desaparecer en la catástrofe universal. Esta puede ser una posibilidad, pero, después de un minucioso estudio de sus escritos, no encontramos apoyo inequívoco para esta conclusión.
La Escritura no menciona la existencia de dinosaurios, al menos como nosotros los comprendemos, ni antes ni después del diluvio. Ellen White tampoco los menciona, y no estamos absolutamente seguros del significado de su afirmación referente a «animales muy grandes». Sin embargo, esto no representa evidencia de que no existieron. Al contrario, las evidencias de ello son claras: huesos, dientes, huevos, huellas e impresiones. Pero, en algún punto de la historia, desaparecieron. Su origen y su desaparición están envueltos en un misterio que requiere un estudio cuidadoso y riguroso. Y esto no compromete nuestra fe en las enseñanzas bíblicas.
Referencias:
- 1. Ellen G. White, Spiritual Gifts (Battle Creek, MI: SDA Publishing, 1864), v. 3, p. 75.
- 2. Ibid., p. 35.
- 3. Ibid., p. 92.
- 4. Ibid., v. 4, p. 121.



