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Una de las oraciones de Ellen White dice: «Señor, toma mi corazón; porque yo no puedo dártelo; es tuyo. Mantenlo puro, porque yo no puedo mantenerlo por Ti. Sálvame a pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo. Moldeame, formame, elevame a una atmosfera pura y santa, donde la rica conrriente de Tu amor, pueda fluir por mi alma.»
Después del Congreso de la Asociación General de 1901, Ellen White tuvo una visión en la que vio a los líderes de la Iglesia reconciliando sus diferencias, y confesando sus pecados que habían cometido unos contra otros. Cuando se terminó la visión, la señora White se dio cuenta de que lo que había presenciado no era una realidad. El orgullo y los corazones endurecidos de los delegados, impidieron al pueblo de Dios unirse. Profundamente afligida, ella comprendió que el Señor podría haber llegado mientras ellos vivían, pero el pueblo de Dios no entregó sus pensamientos y opiniones a la dirección del Espíritu Santo.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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