El Papel del Hombre y la Mujer, según la Biblia y el Espíritu de Profecía – Dr. Alberto Treiyer

Algunos han desacreditado las decisiones de algunas divisiones, (entre ellas la sudamericana), por no ordenar mujeres al ministerio pastoral. Han despreciado esas regiones bajo la pretensión de que allí se considera a la mujer inferior al hombre. Permítanme decirles que mientras en los Estados Unidos, Francia, España, Italia y otros países más, nunca tuvieron una mujer como presidente, en Sudamérica al menos (en Argentina dos, en Chile una, y en Brasil una), tuvieron mujeres presidentas del país. Pero si fuese cierto que en Sudamérica se considera a la mujer inferior al hombre, entonces también sería cierto que en otros lugares supuestamente “más avanzados” en aspectos morales, los hombres han perdido su virilidad y los manejan sus esposas. Sencillamente, los hombres son mujeres-dependientes. Viven tras la falda de sus esposas. Y hasta a menudo, se equivocan de sexo.

El Papel del Hombre y la Mujer, según la Biblia y el Espíritu de Profecía

Ahora, si ninguna de estas dos suposiciones es cierta, entonces convendrá que nos sentemos a leer la Biblia y el Espíritu de profecía para conocer qué es lo que Dios dice al respecto.

  • 1) Hombre y mujer son iguales ante Dios en relación al derecho a vivir y a la salvación (Gál 3:28; 1 Ped 3:7: “coheredera de la gracia de la vida”), aunque con funciones diferentes (de allí la orden de Deut 22:5).
  • 2) El hombre es cabeza de su mujer (Ef 5:23). Hasta donde yo sepa, la cabeza está arriba (a menos que crucifiquen al hombre como lo hicieron los romanos con Pedro, cabeza abajo).
  • 3) La mujer es “un vaso más frágil” que el hombre, razón por la cual el hombre debe cuidarla y honrarla con más delicadeza, como a su propio cuerpo (1 Ped 3:7). Difícilmente una mujer va a violar al hombre o abusar de él físicamente.
  • 4) En las confrontaciones y decisiones que no tocan asuntos de conciencia, la preferencia la tiene el marido (Gén 3:16; 1 Cor 14:34-35; Ef 5:24; Col 3:18; 1 Tim 2:11-15; Tito 2:5; 1 Ped 3:1; confirmado por el Espíritu de Profecía: véase citas en mi estudio “Cómo la tipología afecta la estructura de la iglesia”, en mi página de internet: www.adventistdistinctivemessages.com págs. 23-27).
  • 5) Las funciones que Dios da al hombre en las palabras de su mensajera al remanente son “padre”, “cabeza”, “houseband”, “líder”, “anciano”, “magistrado”, “gobernador”, “legislador”, “sacerdote”, “pastor de su rebaño” (shepherd), “pastor” de la iglesia, “consejero y protector” de su esposa. La familia se centra en él.
  • 6) Las funciones que Dios da a la mujer en las palabras de su mensajera al remanente son “madre”, “mensajera” (en el caso de E. de White), “ayuda idónea” (tomada del Génesis en un contexto que revela claramente diferencia en función), “complemento” de su esposo, “misionera del hogar”.

“Estoy tratando de ayudar a mi esposo a llevar sus cargas… Al principio la tarea no me resultaba placentera, pero he vencido mi falta de interés en ella. No siento más que el sentimentalismo deba entretejerse en toda nuestra experiencia de vida conyugal… Tuve por un tiempo que reflexionar fuerte y orar mucho para vencer mi debilidad de carácter, y llegar a ser, en algún grado, lo que una mujer debe ser, una verdadera ayuda idónea. No deseo ser llevada al pecado, como Eva [véase 1 Tim 2:14]…” (14MR 305.3).

– Bajo el consejo y dirección del pastor y de los oficiales de la iglesia, la mujer puede ejercer un ministerio de visitación útil.

– El cargo de “mensajera” no es lo mismo que el cargo de pastor. E. de White nunca pretendió ser anciana o pastora de una iglesia local, ni de una asociación, ni de la Asociación General. Ella exhortó a los dirigentes a obrar de una u otra manera, pero las decisiones fueron tomadas por los dirigentes de la Iglesia, no por ella. Hubo veces en que no prestaron atención a sus exhortaciones, y hasta procuraron sacársela de encima mandándola a Australia, algo a lo que ella se sometió, sin quejarse, demostrando que se sometía a la decisión de los líderes de la iglesia. Aunque no aceptó que, ni siquiera su marido en determinado momento, la manipulasen en lo que respectaba a su cometido como “mensajera del Señor”.

Escrito por el Dr. Alberto Treiyer
Fuente: Adventist distinctive messages

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