Pastores dormidos con sus Iglesias

La principal causa de la apostasía es está. Sueño espiritual.

«Los hombres y las mujeres están viviendo en las últimas horas del tiempo de prueba, no obstante lo cual son descuidados e insensatos, y los ministros no tienen poder para despertarlos; porque ellos también están durmiendo. ¡Predicadores dormidos que le predican a congregaciones dormidas! – {2TI 302.3}

«Mi corazón se llena de angustia cuando pienso en los mensajes tibios que dan algunos de nuestros ministros, cuando llevan un mensaje de vida o muerte. Los ministros están dormidos; los miembros laicos también; y el mundo perece en el pecado. Dios ayude a su pueblo a despertarse, a andar y obrar como hombres y mujeres que están en el umbral del mundo eterno». {3JT 220.2}

«Vi a Uno que estaba en pie con los brazos extendidos en una plataforma elevada. Se volvió y señaló en todas direcciones diciendo: “Hay un mundo que perece en la ignorancia de la santa ley de Dios, y los adventistas del séptimo día están durmiendo»– {Ev 28.4}

«La gran mayoría de los hombres y las mujeres que profesan conocer la verdad, prefieren recibir mensajes delicados. No quieren que se ponga delante de ellos sus pecados y defectos. Prefieren a los pastores acomodadizos, que no convenzan al presentar la verdad. Prefieren también a los hombres que los adulan, y a su vez ellos alaban al pastor por manifestar tan “buen” espíritu, mientras atacan al fiel siervo de Dios… – {CDCD 53.2}

«Dios llama a hombres como Elías, Natán y Juan el Bautista, hombres que darán su mensaje con fidelidad, irrespectivamente de las consecuencias: hombres que dirán la verdad con valor, aun cuando ello exija el sacrificio de todo lo que tienen. La Historia de Profetas y Reyes, 97, 100, 102-104. [*] – {CV 208.7}.

«La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus vidas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos».—La Educación, 57 (1903). – {CE 57.1}

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- Elena G. White


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