Cómo evitar los Sermones Aburridos, lo que dice Ellen White

Sí, hay cultos aburridos y hasta Elena de White concuerda con eso. No, los cultos no deben ser aburridos, y Elena de White habla de esto claramente. Ninguna de nuestras reuniones debe causar aburrimiento por la falta de vida, de ánimo, de la desorganización o la impuntualidad. Sí, hay predicadores monótonos y que hablan demasiado, y hasta Elena de White concuerda con eso. No, los sermones no deben ser una prueba de resistencia para la Gran Tribulación por venir.

Buena parte del tiempo de nuestras reuniones se dedican al sermón. Un culto de una hora y media llega a tener una hora dedicada sólo a lo que, en teoría, debería ser la exposición de la Palabra. Elena de White dedicó muchos párrafos a este tema, y ​​deberíamos prestar más atención a ellos. De acuerdo con ella, muchas reuniones se vuelven desinteresadas justamente debido a la forma en que se presenta el sermón. En resumen: un culto puede volverse aburrido, si el predicador no sigue algunas directrices.

Los cultos deben ser interesantes

«Nuestras reuniones deben hacerse intensamente interesantes. Deben estar impregnadas por la misma atmósfera del cielo. No haya discursos largos y áridos ni oraciones formales simplemente para ocupar el tiempo. Todos deben estar listos para hacer su parte con prontitud, y cuando han cumplido su deber la reunión debe clausurarse. Así el interés será mantenido hasta el final. Esto es ofrecer a Dios un culto aceptable. Su servicio debe ser hecho interesante y atrayente, y no dejarse que degenere en una forma árida. Debemos vivir por Cristo minuto tras minuto, hora tras hora y día tras día. Entonces Cristo morará en nosotros, y cuando nos reunamos, su amor estará en nuestro corazón, y al brotar como un manantial en el desierto, refrescará a todos y dará a los que están por perecer avidez por beber las aguas de vida.». (Testimonios Selectos, vol. 2, página 252)

«Nunca canséis a los oyentes con largos discursos. Esto no es sabio. Durante muchos años he estado insistiendo en este punto, tratando de que nuestros hermanos sermoneen menos y dediquen su tiempo y su fuerza a hacer sencillos los puntos importantes de la verdad, pues todo punto será motivo del asalto de nuestros oponentes. Todo el que esté relacionado con la obra debe mantener ideas lozanas… y con tacto y previsión haced todo lo que esté a vuestro alcance para interesar a vuestros oyentes.» (Carta 48, 1886)

La puntualidad ayuda a evitar cultos y reuniones aburridas

«Las reuniones de junta y de oración no deben ser tediosas. Si es posible, todos deberían ser puntuales en llegar a la hora señalada; y si hay personas que no llegan a tiempo, que se atrasan una media hora o aun quince minutos, no se las debe esperar. Si hay solamente dos personas presentes, ellas pueden reclamar el cumplimiento de la promesa. La reunión debe empezar a la hora fijada, si es posible, haya presentes pocos o muchos.» (Review and Herald, 3 de mayo de 1871)

Sermones Largos y Tediosos

«Que el mensaje para este tiempo no sea presentado en discursos largos y elaborados, pero en práctica breves e incisivos, es decir, que van directamente al punto. Sermones prolongados fatiga la resistencia del orador y la paciencia de los oyentes. (…) Dale lecciones cortas, en lenguaje claro y simple, y repetidas muchas veces. Los sermones cortos serán mucho más recordados que los largos. Aquellos que hablan deben recordar que los asuntos que están presentando tal vez sean nuevos para algunos de los oyentes; por lo tanto, los puntos principales deben ser repasados ​​una y otra vez. «(Obreros Evangélicos, págs. 167 y 168)

«Sean los discursos cortos, espirituales, elevados.» (Testimonios para los Ministros, p. 337)

Muchos rodeos preliminares antes de ir al punto central

«No penséis, cuando hayáis tratado un tema una vez, que vuestros oyentes retendrán en la mente todo lo que presentasteis. Existe el peligro de pasar demasiado rápidamente de un punto a otro. Dense lecciones cortas, en lenguaje claro y sencillo, y repítanse a menudo. Los sermones cortos serán recordados mucho mejor que los largos. Nuestros oradores deben recordar que los temas que presentan pueden ser nuevos para algunos de sus oyentes; por lo tanto, conviene repasar a menudo los principales puntos. «(Obreros Evangélicos, p 177)

Hablar poco

«Hable brevemente. Sus discursos duran por lo general el doble de lo que debieran durar. Es posible tratar de tal manera algo bueno que pierda su sabor. Cuando un discurso es demasiado largo, la última parte de la predicación debilita lo precedente y disminuye el interés en ello. No divague; vaya directamente al grano. Dé a la gente el verdadero maná del cielo, y el Espíritu Santo dará testimonio a su espíritu de que no es usted el que habla, sino que el Espíritu Santo habla por medio de usted.» (Testimonios para los Ministros, pág. 311)

Si usted trabaja con jóvenes: no hable demasiado

«Los que instruyen a los niños y jóvenes deben evitar las observaciones tediosas. Las alocuciones cortas y directas tendrán una influencia feliz. Si hay mucho que decir, súplase la brevedad con la frecuencia. Unas pocas observaciones interesantes, hechas a menudo, serán más provechosas que el dar toda la instrucción a la vez. Los discursos largos cansan la mente de los jóvenes. El hablar demasiado los induce hasta a sentir repugnancia por la instrucción espiritual, así como el comer demasiado recarga el estómago, reduce el apetito, y crea repugnancia por la comida. Nuestra instrucción a la iglesia, y especialmente a los jóvenes, debe ser dada renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco aquí y otro poco allí. A los niños hay que atraerlos hacia el cielo con suavidad y no con dureza.» (Obreros Evangélicos, págs. 221)

Algunos sermones pueden convertirse en tres

«Algunos de vuestros discursos largos tendrían mucho mejor efecto sobre la gente si los dividierais en tres. La gente no puede digerir tanto; sus mentes ni aun lo pueden abarcar, y llegan a cansarse y confundirse al tener tanto material puesto delante de ellos en un solo discurso. Las dos terceras partes de los discursos tan largos se pierden, y el predicador se agota. Hay muchos de nuestros ministros que yerran en este respecto. El resultado sobre ellos no es bueno; porque se vuelven cerebros cansados y sienten que están conduciendo cargas pesadas para el Señor y soportando durezas…» (Evangelismo, págs. 133)

Dos razones para hacer sermones más cortos

«Existen dos razones por las cuales debéis hacerlo. Una es que podéis ganar la reputación de ser un predicador interesante. Otra es que podéis preservar vuestra salud.»(Carta 112, 1902)

Tener muchos sermones en un mismo período no es bueno

Cuando se recarga el programa con tantos discursos, uno tras otro, la gente no tiene tiempo de asimilar lo que oye. Las mentes se confunden, y los servicios les parecen tediosos y cansadores.». (Obreros Evangélicos, pág. 423)

A veces, el sermón debe ser reducido

«Hay ocasiones en que es propio que los sábados nuestros ministros prediquen a nuestras iglesias discursos breves, llenos de la vida y el amor de Cristo. Pero los miembros de la iglesia no deben esperar un sermón cada sábado»(Testimonios Seletos, vol 3, página 82)

«El encargado de dirigir los cultos del sábado debe estudiar el modo de interesar a sus oyentes en las verdades de la Palabra. No debe dar siempre un discurso tan largo que no deje a los presentes oportunidad de confesar a Cristo. El sermón debe ser con frecuencia corto, de modo que la gente pueda expresar su agradecimiento a Dios. Las ofrendas de gratitud glorifican el nombre del Señor. En toda asamblea de los santos hay ángeles celestiales que oyen las alabanzas elevadas a Jehová en los testimonios, cantos y oraciones. La reunión de oración y de testimonios debe ser una ocasión de ayuda y estímulo especiales. Todos deben considerar como privilegio el participar de ella. Tenga cada uno de los que llevan el nombre de Cristo algo que decir en la reunión de testimonios. Estos deben ser cortos, y de naturaleza tal que ayuden a otros. Nada destruirá más seguramente el espíritu de devoción como que una persona dedique veinte o treinta minutos a un largo testimonio. Esto significa la muerte de la espiritualidad de la reunión.» (Obreros Evangélicos, 171)

Momentos de alabanza estropeados

«El canto forma parte del culto a Dios, pero en la forma chapucera con que con frecuencia se lo conduce no se acredita la verdad y no se honra a Dios. Debiera haber métodos y orden en esto tanto como en cualquier otra parte de la obra del Señor. Organícese un grupo con los mejores cantantes, cuyas voces puedan conducir a la congregación, y luego únanse a ellos todos los que así lo deseen. Los que cantan debieran realizar un esfuerzo para cantar en armonía; debieran dedicar algún tiempo a la práctica a fin de emplear este talento para la gloria de Dios.»(Evangelismo, página 369)

No debemos hacer oraciones largas y tediosas públicamente

«Las oraciones ofrecidas en público deben ser cortas y directas. Dios no requiere de nosotros que hagamos tediosos los momentos de culto con largas peticiones. Cristo no impuso a sus discípulos cansadoras ceremonias ni largas oraciones. “Cuando oras—dijo él,—no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres.» (Obreros Evangélicos, págs. 184)

Hacer oraciones públicas sencillas y no con palabras difíciles

«El lenguaje grandilocuente no es apropiado en la oración, ya sea la petición hecha en el púlpito, en el círculo de la familia o en secreto. Especialmente aquel que ora en público debe emplear un lenguaje sencillo, a fin de que otros puedan entender lo que dice y unirse a la petición. «(Obreros Evangélicos, p. 186)

No permita que el «Me alegré cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor» (Sal 122: 1) se transforme en «me aburrí cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor».

A través de https://musicaeadoracao.com.br/20614/ellen-white-contra-o-culto-chato/

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- Elena G. White


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