Recursos devocionales
John Bunyan fue un predicador fructífero del siglo XVII, conocido por ser el autor del libro cristiano más leído de todos los tiempos después de la Biblia: El peregrino. Lo que no todas las personas saben es que Bunyan escribió este trabajo, y varios otros, durante su tiempo en prisión por negarse a dejar de predicar el evangelio. Pasó 12 años aislado en una prisión inglesa.
Además de la lealtad de Bunyan a la Gran Comisión, llama la atención que no estaba cerrado en depresión o abatimiento debido al hecho de que estaba aislado, todo lo contrario: aquel hombre de Dios usó el tiempo en que estaba lejos de la convivencia humana para producir algo que, siglos después, continúa edificando la Iglesia.
Al igual que Bunyan, somos conscientes de que muchos hombres y mujeres de Dios no han dejado que su aislamiento social los abrume. Por el contrario, vieron en este período de reclusión una oportunidad de servir a Dios y a la Iglesia.
Este es el caso del apóstol Pablo, quien, incluso en la soledad de la prisión, escribió varias cartas que hoy componen el Nuevo Testamento. O la de Juan, quien, exiliado en la rocosa isla de Patmos, recibió visiones extraordinarias, que generaron el Apocalipsis. O, también, el del reformador Martín Lutero, quien, escondido en el castillo de Wartburg, usó su tiempo de soledad para traducir la Biblia al idioma del pueblo alemán.
Aislados pero no improductivos
La historia muestra que estar aislado no es sinónimo de estar estancado o improductivo. Nada de esto: la vida continúa, el tiempo fluye, Dios sigue siendo soberano y aquellos que están dispuestos a permanecer en comunión y prestar servicio a la obra del Todopoderoso pueden y deben usar ese tiempo para grandes cosas.
El mundo se ha aislado debido a la pandemia de coronavirus. Las personas se encierran en casa y evitan el contacto social. Las iglesias locales se enfrentan al dilema: ¿proceder con las actividades públicas o seguir las pautas de los expertos y contribuir a la cuarentena? El hecho es que, en menor o mayor grado, todos tendremos un cierto nivel de aislamiento y soledad durante la pandemia. La pregunta que surge en este momento es: ¿cómo actuar? ¿Cómo podemos ver esta distancia que hace que otros no estén tan cerca físicamente?.
Mi sugerencia es: hacer como Bunyan, Pablo, Juan y Lutero. Aproveche este tiempo para crecer en su espiritualidad. Si tienes más tiempo libre, dedícate cada vez más a leer las Escrituras y a la oración. Deja a un lado las redes sociales y Netflix y lee buenos libros cristianos (dices que no tienes tiempo para leer? Bueno, ahora sí). Saca los períodos devocionales. Todas estas son disciplinas espirituales que deberían ser parte de nuestra rutina, pero que la avalancha de los tiempos modernos no nos permite experimentar como deberíamos. Ahora, es una excelente oportunidad para revisar esto.
Pero además de acercarte a Dios y profundizar en él, también puedes edificar a otros. En lugar de estar en las redes sociales publicando información que aterroriza a las personas, publique lo que aliente, motive, consuele, consuele y aliente. Graba videos con pasajes bíblicos. Done a quienes perdieron sus ingresos debido al aislamiento. Únase en videoconferencia con hermanos para compartir lo que sucede en su corazón, orar, animarse unos a otros. Use la tecnología para mantenerse en contacto con amigos.
Sería innecesario hablar sobre la oportunidad de evangelismo que brinda este momento. La gente está asustada, acorralada y no hay mayor respuesta al miedo que la paz que solo Jesús puede dar. La confianza inquebrantable en el que nos amaba. El doctor de los doctores, Rey del Universo, Señor de los Señores, bajo cuyo dominio están todas las cosas. Proclame a Dios y, en este momento de dolor, muchos se abrirán para escuchar el mensaje de la vida eterna.
Hay mucho por hacer y el aislamiento no puede abrumarnos. Por el contrario, debería alentarnos a ser creativos y actuar: una acción diferente, es cierto, pero que, si se toma en serio, contribuirá a acercarnos mucho más a Dios y al amor cristiano.
Paz para todos los que están en Cristo.
Por Maurício Zágari, via apenas
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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