Elena G. de White y el diezmo – Por Arturo L. White

Esta presentación constituye una breve revisión histórica de la posición única de la Sra. White respecto a ciertas situaciones especiales en relación al diezmo.

Antes que los Adventistas Observadores del Sábado organizaran iglesias y asociaciones, y antes que escogiéramos el nombre de “Adventistas del Séptimo Día”, los creyentes llegaron a ver los reclamos vinculados al sistema del diezmo presentados muy claramente en las Escrituras. Bajo el término general “benevolencia sistemática” que adoptaron tempranamente en 1859, se delineó un plan de diezmo sobre la base de la propiedad. Se estimaba que las posesiones propias debían rendir un ingreso de un diez por ciento al año –esto era el aumento. Un diezmo sería una décima parte de esto, o el uno por ciento al año del total de la valuación de la propiedad.

Cuando salió de prensa el volumen 5 de Testimonies, en junio de 1859, dio a luz la seguridad de que “el plan de la benevolencia sistemática complacía a Dios”. Elena G. de White dijo cómo en visión se le “señaló los días de los apóstoles, y vio que Dios estableció el plan por el descenso de su Santo Espíritu, y por medio del don de profecía aconsejó a su pueblo en relación con el sistema de benevolencia. Todos habían de compartir en esta obra de impartir de sus cosas carnales a aquellos que los ministraban en las cosas espirituales”.- Testimonies, volumen 1, p. 190.

Hubo una buena respuesta al plan. Y por cerca de veinte años hubo poco o ningún cambio en el plan de la “benevolencia sistemática”. Entonces, en 1978, los empleados de la iglesia y los miembros de iglesia se dieron cuenta de que había un defecto en estructurar el diezmo sobre la base de la propiedad en posesión y que “por el plan bíblico, un dólar de cada diez ganado se asegura para la causa del Señor”, y que el pagar un diezmo apropiado requería “un diezmo de todos nuestros ingresos” (ver Systematic Benevolence; or the Bible Plan of Supporting the Ministry [Benevolencia Sistemática; o el plan bíblico de sostén del ministerio, 1878).

Desde la inserción del diezmo entre nosotros, ciertos principios se destacan en forma relevante:

1. El diezmo debe usarse para el sostén del ministerio.

Este pensamiento se introduce en la declaración inicial del Espíritu de Profecía recientemente citada en referencia a “aquellos que los ministraban” “en las cosas espirituales”. Hay un hilo que corre, por un período de cincuenta años, a través de todos los consejos que tratan sobre dar el diezmo, como en las siguientes declaraciones:

El diezmo es sagrado, reservado por Dios para si. Ha de ser traído a su tesorería para ser empleado en el sostén de los obreros evangélicos en su obra.- Obreros evangélicos, p. 238.

Debe dedicarse [el diezmo] únicamente para el sostén del ministerio evangélico.- Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 86.

Que la obra no siga siendo limitada debido a que el diezmo se ha desviado hacia diversos conductos que no tienen nada que vercon el fin al que Dios lo destinó.  Debe hacerse provisión para estos otros ramos de la obra.  Deben ser sostenidos, pero no con el diezmo.  Dios no ha cambiado; el diezmo todavía ha de usarse para el sostén del ministerio.- Testimonies, volumen 9, p. 250.

2. El diezmo debe traerse al “almacén” y desde allí debe distribuirse.

Es parte de la obra del predicador [ministro] enseñar a los que aceptan la verdad por sus esfuerzos a traer el diezmo al alfolí, en reconocimiento de su dependencia de Dios.- Obreros evangélicos, p. 383.

[Dios] Reclama el diezmo como suyo, y siempre debe ser considerado como una reserva sagrada, a fin de ser colocado en su tesorería y mantenido sagrado para su servicio como él lo ha indicado.- Testimonies, volumen 9, pp. 247, 248.

3. A diferencia de su responsabilidad en la cuestión de las ofrendas voluntarias, el que paga el diezmo no tiene ingerencia en cuanto al lugar donde debe usarse su diezmo.

La porción que Dios se ha reservado no debe usarse para ningún otro propósito fuera del que él ha especificado.  Que nadie se sienta libre para retener sus diezmos con el fin de usarlos según su propio juicio.  No debe emplearse en caso de emergencia, ni como parezca conveniente, aun en cosas que conciernan a la obra de Dios.- Testimonies, volumen 9, p. 247; Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 106.

Me ha sido dado un mensaje claro y bien definido para nuestro pueblo.  Se me ha pedido que les comunique que están cometiendo un error al dedicar el diezmo a diferentes propósitos que, aunque son buenos en sí mismos, no son los objetivos para los cuales el Señor ha establecido el diezmo.  Los que hacen este uso del diezmo se están apartando de las disposiciones del Señor.  Dios los juzgará por esto.- Testimonies, volumen 9, p. 248; Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 107.

Algunos no han estado satisfechos y han dicho: «No pagaré más mi diezmo, porque no tengo confianza en la forma como se manejan las cosas en el corazón de la obra».  ¿Pero robaréis a Dios porque pensáis que el manejo de la obra no es correcto?  Presentad vuestras quejas en forma clara y abierta, con el espíritu debido, a las personas debidas.  Pedid que las cosas sean ajustadas y puestas en orden; pero no retengáis lo que corresponde a la obra de Dios, demostrando así que sois infieles, porque otros no están obrando correctamente.- Testimonies, volumen 9, p. 249; Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 98, 99.

4. Dios tiene un plan único para todas las dispensaciones.

El diezmo de todo lo que poseemos es del Señor.  El se lo ha reservado para que sea empleado con propósitos religiosos.  Es santo.  En ninguna dispensación él ha aceptado menos que esto.  Un descuido o una postergación de este deber provocará el desagrado divino.  Si todos los cristianos profesos llevaran sus diezmos a Dios, su tesorería estaría llena.- RH, mayo 16, 1882; Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 71.


“Proponemos que los amigos den un diezmo, o una décima parte de sus ingresos, estimando sus ingresos en un diez por ciento de lo que poseen”.—Jaime White en Good Samaritan [El buen samaritano], enero, 1861.

La Sra. White y el pago del diezmo

Nada es más sencillo en los escritos de Elena G. de White que la clara instrucción en relación al pago fiel del diezmo y al hecho de que está reservado para el sostén del ministerio.

Ante todo debemos establecer la relación personal de la Sra. White en cuanto a la obligación del diezmo y la forma en que ella lo pagó. Permitamos que ella hable, como lo hizo en 1890 en una declaración publicada en un primer folleto: “Doy mi diezmo alegre y libremente, diciendo, como David: ‘De lo tuyo te damos’».

Dado que algunos argumentan que esta declaración no indica que la Sra. White no pagaba sus diezmos en la forma regular en la tesorería de la asociación, presentamos aquí la declaración completa:

Ustedes han estado reteniendo su dinero de la causa de Dios, lean el libro de Malaquías y vean lo que Dios dice allí en relación con los diezmos y ofrendas. ¿No pueden ver que no es lo mejor retener, bajo ninguna circunstancia, sus diezmos y ofrendas porque no están de acuerdo con todo lo que hacen sus hermanos? Los diezmos y las ofrendas no son propiedad de ningún hombre, sino que deben usarse para hacer cierta obra para Dios.  Los ministros indignos podrán recibir algunos de los medios reunidos así, pero ¿se atreverá alguien, por causa de esto, a retener algo de la tesorería y encarar la maldición de Dios? Yo no me atrevería. Doy mi diezmo alegre y libremente, diciendo, como David: “Lo que hemos recibido de tu mano, eso te damos”. Retener con egoísmo lo que es de Dios tiende a empobrecer nuestras propias almas. Hagan su parte, mis hermanos y hermanas. Dios los ama, y está al timón. Si los negocios de la asociación no se administran de acuerdo con lo requerido por el Señor, ese es el pecado de los que están errando. El Señor no los va a hacer responsables a ustedes por eso, si ustedes hacen lo que pueden para corregir el mal. Pero no cometan un pecado al retener lo que le pertenece a Dios. “¡Maldito el que hace con indolencia la obra del Señor!”, o engañosamente. Cuando las personas declaran que no pagarán sus diezmos porque los medios no se usan como ellos creen que debieran usarse, ¿simpatizará el anciano de la iglesia o el ministro con los pecadores? ¿Ayudará al enemigo en esta obra? ¿O investido con conocimiento, como un hombre sabio, irá a trabajar para corregir el mal, y así quitar la piedra de tropiezo? Pero, hermanos, no sean infieles en su parte. Permanezcan en sus puestos. No aumenten nuestras dificultades financieras por el descuido de su deber” (Special Testimonies [Testimonios especiales], Serie A, n° 1, pp. 27, 28 [10 de agosto de 1890]); El ministerio pastoral, p. 297.

1 comentario en “Elena G. de White y el diezmo – Por Arturo L. White”

  1. Bendiciones. Se dice que la hmna White envió sus diezmos al colegio de Madidon, por no estar de acuerdo con la obra.
    Ojalá pudieran aclarar esto.
    Gra.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Pensamiento de hoy

- Elena G. White


Síguenos en las redes:
Telegram
WhatsApp
Facebook