Citas de Elena de White sobre la Deidad

Algunas citas de E. G. de White sobre la Deidad 

La Deidad

“La Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención” (E. G. de White, Consejos sobre la salud, p. 219).

“La eterna Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está involucrada en la acción requerida para dar seguridad al instrumento humano” (E. G. de White, Alza tus ojos, p. 146).

“Cuando el cristiano toma el voto bautismal se le promete ayuda divina. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están listos para obrar en su favor” (E. G. de White, Alza tus ojos, p. 171). El bautismo es “una condición con la cual deben cumplir todos los que quieren que se reconozca que están bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (E. G. de White, Joyas de los testimonios, t. 2, p. 389).

“Cuando los cristianos se someten al solemne rito del bautismo, el Señor registra el voto que hacen de serle fieles. Este voto es su juramento de lealtad. Son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así están unidos con los tres grandes poderes del cielo” (E. G. de White, El evangelismo, pp. 226, 227).

“El hecho de que habéis sido bautizados en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es una garantía de que si pedís su ayuda, estas potestades os ayudarán en toda emergencia” (E. G. de White, Joyas de los testimonios, t. 2, p. 396).

“Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe” (E. G. de White, El evangelismo, p. 446).

“Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del cielo: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos poderes trabajarán mediante nosotros convirtiéndonos en obreros juntamente con Dios” (E. G. de White, El evangelismo, p. 448).

“El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están empeñados en cooperar con los instrumentos humanos santificados” (E. G. de White, En los lugares celestiales, p. 61; Com. de EGW, CBA, t. 6, p. 1075).

“Somos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y estos poderes grandes e infinitos se encuentran mancomunadamente comprometidos a trabajar en nuestro favor si tan solamente estamos dispuestos a colaborar con ellos” (E. G. de White, Exaltad a Jesús, p. 103).

“Cuando os entregáis a Cristo, hacéis una promesa ante la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, las tres grandes Personalidades, dignatarios del cielo” (E. G. de White, Hijos e hijas de Dios, p. 353).

“El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están procurando y anhelando tener conductos por los cuales puedan comunicar al mundo los principios divinos de la verdad” (E. G. de White, Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 238, 239).

“Los que reciben la impronta de Dios por el bautismo presten atención a estas palabras, recordando que Dios ha puesto su firma sobre ellos declarando que son sus hijos y sus hijas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, poderes infinitos y omnisapientes, reciben a los que entran verdaderamente en una relación de pacto con Dios. Están presentes en cada bautismo” (E. G. de White, La maravillosa gracia de Dios, p. 143).

“Por medio de nuestro voto bautismal reconocemos y confesamos solemnemente que el Señor Jehová es nuestro Gobernante. Formulamos virtualmente un juramento solemne, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que de aquí en adelante nuestras vidas estén fusionadas con las vidas de estas tres grandes Personas” (La maravillosa gracia de Dios, p. 150).

“Vi que en el tiempo de los apóstoles […] los hermanos eligieron a hombres que […] fuesen capaces de iluminar a los que estaban en tinieblas. […] Habiendo recibido su mandato de Dios y una vez aprobados por la iglesia, salieron a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Primeros escritos, p. 100, 101).

“Cuando el cristiano se somete al solemne rito del bautismo, los tres poderes más altos del universo -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- dan su aprobación a ese acto, comprometiéndose a ejercer su poder en beneficio de él mientras él se esfuerza por honrar a Dios” (Reflejemos a Jesús, p. 99).

“Mediante nuestro voto bautismal hemos reconocido y confesado solemnemente al Señor Jehová como nuestro Gobernante. Tácitamente prestamos un juramento solemne -en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo – de que de allí en adelante nuestra vida sería una con la vida de estos tres grandes y admirables Seres” (Coment. de EGW, CBA, t. 1, p. 1137).

“La obra es trazada frente a cada alma que ha confesado su fe en Jesucristo mediante el bautismo, y se ha convertido en un receptáculo de la promesa que procede de las tres personas de la divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. (Com. de EGW, CBA, t. 6, p. 1074).

“El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, poderes infinitos y omniscientes, reciben a aquellos que verdaderamente entran en la relación de pacto con Dios” (Com. de EGW, CBA, t. 6, p. 1075).

“Cuando hemos aceptado a Cristo, y en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo nos hemos comprometido a servir a Dios, el Padre, a Cristo y al Espíritu Santo -los tres signatarios y potestades del cielo-, ellos se comprometen a que toda capacidad nos será dada si cumplimos con nuestros votos bautismales” (Com. de EGW, CBA, t. 6, p. 1075).

“Los que se unen con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que demuestran con su vida que no siguen más el camino que seguían antes de que se unieran con sus agentes divinos, recibirán la sabiduría de lo alto” (Com. de EGW, CBA, t. 6, p. 1102).

“Nuestra santificación es la obra del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es el cumplimiento del pacto que Dios ha hecho con aquellos que se comprometen con él, a permanecer con él, con su Hijo y su Espíritu en santa comunión. ¿Habéis renacido? ¿Os habéis convertido en un nuevo ser en Cristo Jesús? Entonces cooperad con los tres grandes poderes del cielo que trabajan en favor de vosotros” (Com. de EGW, CBA, t. 7,, p. 920).

“Cuando os entregasteis a Cristo hicisteis una promesa en la presencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: los tres grandes Dignatarios personales del cielo” (Com. de EGW, CBA, t. 7, p. 971).

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Pensamiento de hoy

- Elena G. White


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