Este día en la historia: Los martillazos de Lutero en la puerta de Roma

Hace quinientos años hoy, en la víspera del Día de Todos los Santos (Halloween), un monje agustino llamado Martín Lutero clavó sus famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia en Wittenberg.

Lo que se convirtió en la Reforma comenzó como una crítica de la doctrina del Purgatorio y de la recaudación del Papa para reconstruir la Basílica de San Pedro mediante la venta de indulgencias que supuestamente podrían liberar a las almas del Purgatorio. Si el Papa tiene poder para liberar a estas almas, argumentó Lutero, ¿por qué no deja salir a todos, en lugar de liberar solo a aquellos cuyos parientes vivos pueden permitirse comprar indulgencias?

Tesis Núm. 82: «¿Por qué el papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?»

Pero el verdadero problema con el Purgatorio es que no existe. No está en la Biblia, y no hay ninguna razón para que los cristianos crean en el concepto.

Muy pronto, Martin Lutero amplió su proyecto; se convirtió en un movimiento para llevar al cristianismo a su pureza primigenia y para basar su doctrina y práctica en la Biblia. En Worms en 1520, cuando se le preguntó si se retractaría de sus escritos de los tres años anteriores, Lutero respondió con el clamor eterno de la Reforma: «Muéstrame por medio de las Escrituras»:

«Si no se me convence mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón – porque no le creo ni al papa ni a los concilios ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a si mismos -, por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. ¡Dios me ayude, amén!»

La Reforma no es algo que comenzó y terminó en el siglo XVI. Los Adventistas del Séptimo Día creen que la Reforma es algo viviente que debe continuar creciendo y prevaleciendo. Geoffrey J. Paxton, un sacerdote anglicano cuya disertación doctoral se convirtió en el libro «The Shaking of Adventism», escribe:

El adventista se ve a sí mismo estando en la línea de la Reforma Protestante. Se considera protestante en el verdadero sentido de la palabra. Donde otros cristianos no afirmarían estar en la línea de los reformadores del siglo dieciséis, el adventista no tiene ninguna duda al respecto. Él es un hijo de Lutero y Calvino.

Como señala Paxton, creemos que la Reforma es un proceso que comenzó antes de Lutero y continuará hasta el final de los tiempos. Como Elena de White escribió:

De esta manera fueron los valdenses testigos de Dios siglos antes del nacimiento de Lutero. Esparcidos por muchas tierras, arrojaron la semilla de la Reforma que brotó en tiempo de Wiclef, se desarrolló y echó raíces en días de Lutero, para seguir creciendo hasta el fin de los tiempos mediante el esfuerzo de todos cuantos estén listos para sufrirlo todo «a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús.» Apocalipsis 1:9.

La Reforma no terminó, como muchos lo creen, al concluir la vida de Lutero. Tiene aún que seguir hasta el fin del mundo. GC 148.

Creemos no solo que la Reforma está en curso, sino que Dios ha llamado a los Adventistas del Séptimo Día para llevar adelante el mensaje de la Reforma de una manera que, debido a una apostasía general en otras iglesias protestantes, ningún otro cuerpo cristiano es capaz de hacer . WW Prescott escribió en The Protestant Magazine , una publicación Adventista temprana, que:

La salida del Protestantismo de sus principios originales, y la aceptación de la filosofía humana en lugar de la verdad revelada, le están dando al Romanismo la oportunidad de presentar con mayor verosimilitud la afirmación de que la gran Reforma fue un engaño y que la única estabilidad de la verdad se encuentra en la comunión romana.

Cuando nos acercamos al 500 aniversario, fue interesante leer los artículos de opinión de supuestos protestantes que argumentaban que la Reforma fue un error o que falló. Se ha puesto de moda argumentar que Lutero solo tenía la intención de reformar la Iglesia Católica, no de comenzar un movimiento protestante por separado con las muchas denominaciones que vemos hoy. Pero para 1520, solo tres años después de haber clavado sus tesis en la puerta de Wittenberg, Lutero había aceptado claramente que la verdad separaría, no uniría. Le dijo a la Dieta en Worms:

Me regocijo muchísimo por ver el Evangelio este día, como en el pasado, una causa de perturbación y desacuerdo. Es el carácter y el destino de la palabra de Dios. «No he venido para enviar paz a la tierra, sino espada», dijo Jesucristo. Dios es maravilloso y tremendo en sus consejos. Tengamos cuidado, no sea que en nuestros esfuerzos por detener las discordias, tengamos que luchar contra la santa palabra de Dios y derramar sobre nuestras cabezas un diluvio espantoso de peligros inextricables, desastre presente y desolaciones eternas…

Un cristianismo unido no era la mayor preocupación de Lutero; él entendió que no estaba predicho en las Escrituras. Los partidarios actuales de unir al cristianismo en una superdenominación tienen poca preocupación por la verdad bíblica, pero un gran entusiasmo por maximizar la influencia política del cristianismo.

Tampoco hay validez para la afirmación de que la Reforma falló. La Reforma radicalmente transformó el mundo para siempre. Liberó a la Biblia de las cadenas eclesiásticas, llevándola al mundo en los idiomas de los pueblos. Los principios de la Escritura condujeron a una revolución política en la cual las repúblicas han reemplazado a las monarquías, y las democracias representativas han reemplazado a las dictaduras. «Donde está el espíritu del Señor, hay libertad». La revolución científica también es en gran parte resultado de la Reforma .

Hay más validez en la acusación de que la Reforma está fallando porque los protestantes han perdido su reverencia por las Escrituras y el amor por sus preceptos. Como se señaló anteriormente, los adventistas nos consideramos herederos y portadores de antorchas actuales de la Reforma. ¿Pero todavía estamos dispuestos a basar la doctrina y la práctica en la palabra de Dios cuando la enseñanza de la Biblia entra en conflicto con el espíritu de la época? No estamos de acuerdo con otros cristianos con respecto al día de descanso y adoración, y desde hace mucho tiempo esperábamos persecución sobre ese tema. Pero justo ahora el problema es si seguiremos la Biblia con respecto a las diferencias sexuales creadas y las distinciones de roles [ordenación de la mujer]. ¿Podemos ser fieles a las Escrituras cuando entra en conflicto con el imperativo cultural más urgente? ¿Somos realmente hijos e hijas de la Reforma?

Fuente: Fulcrum7

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- Elena G. White


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