Un sermón de Morris L. Venden sobre el poder de Cristo y la impotencia de Satanás, quien nunca ha sido rival para Jesús.
Los demonios siempre están indefensos e impotentes en la presencia de Jesús.
“Este tipo no sale excepto por la oración y el ayuno”. Pero Jesús, que echó al demonio, no había estado ayunando, hasta donde sabemos. Es fácil tomar una interpretación literal de esto. No se gana poder sobre los demonios al ir sin comer, al hacer penitencia, por esfuerzo, o luchando. Entonces, ¿Qué quiso decir Jesús?
La oración y el ayuno en el que Jesús había estado involucrado incluían una relación continua con su Padre. No trató de ponerse a sí mismo en lo alto, espiritualmente hablando, solo por esta ocasión. Sino que tomó tiempo todos los días en compañerismo y comunión con Su Padre. De este modo, se mantuvo bajo el control de Dios y estaba listo para cualquier mecanismo del diablo, al que pudiera ser llamado a enfrentar, en cualquier momento.
Por otro lado, Sus discípulos no habían pasado la noche o la madrugada en comunión con el cielo, como Él lo hizo. Mientras Jesús había orado y comulgado con su Padre, ellos se habían quedado dormidos mientras discutían y peleaban entre ellos. Por su propia elección, se habían separado del poder del cielo y, por lo tanto, se encontraron con el enemigo en su débil fuerza.
Si en cualquier momento tratamos de lidiar con los poderes de la oscuridad por nuestra cuenta, seguramente seremos vencidos. A menos que tengamos el poder de Jesús, es una locura incluso intentar una confrontación con el diablo. Él es más fuerte que nosotros y saldrá victorioso, cada vez. Solo el poder de Jesús es lo suficientemente fuerte como para vencer al enemigo, y este poder está disponible para cada uno de nosotros, a través de una relación diaria con Él.
Traducido por Nicolas Bertoa
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